domingo, 10 de abril de 2016

DOS NOVELAS DE ROBERT WALSER


Jakob von Gunten” y “El paseo”. Robert Walser. Siruela. 2015 (5ª edición) y 2014 (11ª edición). 128 y 80 páginas.

Entre las muchas lecturas que uno tenía pendientes desde hacía tiempo estaba la del escritor suizo Robert Walser (1878 – 1956). Aprovechando las pasadas vacaciones, unidas a un periodo de reposo obligatorio, he leído dos de sus novelas más conocidas: “Jakob von Gunten” y “El paseo”. Descubierto en nuestro país por Carlos Barral en los años setenta del pasado siglo, fue editado por Pre-textos y Alfaguara antes de la recuperación más reciente de su obra llevada a cabo por la siempre exquisita editorial Siruela, que ha publicado un buen número de sus libros en las últimas décadas. Robert Walser escribía en lengua alemana y las ediciones de Siruela de “Jakob von Gunten” y “El paseo” están respectivamente traducidas al español por Juan José del Solar y Carlos Fortea.

Robert Walser es un escritor singular y diferente, posiblemente sin paragón en la literatura europea contemporánea. En sus inicios fue admirado y citado por figuras destacadas de las letras como Franz Kafka (que al parecer lo leía en voz alta), Robert Musil o Walter Benjamin. Tras un largo periodo de olvido, algunos autores modernos, como Elias Canetti, W. G. Sebald, J. M. Coetze (“El genio de Robert Walser”) o el español Enrique Vila-Matas, han reivindicado la fuerza de su prosa y reconocido su influencia. La vida de Walser también fue singular y distinta. Nacido en la pequeña ciudad suiza de Biel, dejó pronto la escuela y abandonó la casa paterna a los 17 años. Ejerció diversos trabajos, incluso el de criado, y logró publicar, sin demasiado éxito, algunos libros, textos teatrales y poemas. Vivió algún tiempo en Berlín, donde su hermano destacó como pintor e ilustrador. Entre 1907 y 1909 escribió los que son posiblemente sus mejores libros “Los hermanos Tanner”, “El ayudante” y “Jakob von Gunten”. Regresó a Suiza para recuperarse de una depresión y se instaló en Berna. En 1929 entró en una clínica psiquiátrica cercana a la capital suiza y en 1933, después de sufrir sucesivos episodios de alucinaciones auditivas y ataques de ansiedad, ingresó voluntariamente en el sanatorio de Herisau, en cuyos alrededores murió el día de Navidad de 1956, de un ataque al corazón que lo dejó fulminado sobre la nieve tras uno de sus habituales y solitarios paseos.

Robert Walser escribió “Jakob von Gunten” en 1909 y siempre lo consideró el mejor y el más querido de sus libros. También es posiblemente el de contenido más polémico. Se trata de una novela corta en la que se narra el breve paso del personaje que le da título por el extraño Instituto Benjamenta, apellido de los dos hermanos -un varón y una mujer- que lo regentan. Allí apenas hay profesores y la enseñanza que se imparte consiste básicamente en inculcar a los muchachos paciencia y obediencia para convertirlos en futuros sirvientes. Jakob, un chico despierto y atractivo, describe a sus compañeros y su ambigua y cada vez más intensa relación con los dos hermanos propietarios de la academia. Walser presenta unos personajes que huyen del éxito y del pensamiento. Su aspiración es obedecer y rechazar rotundamente cualquier amago de notoriedad. Las ideas defendidas por el personaje son las mismas que el escritor defendió a lo largo de su vida. Las ha definido muy bien Jesús Fernández en su espléndido artículo “Robert Walser, el poeta que prefería ser nadie”.

No puedo extenderme mucho más en este artículo, por eso transcribo aquí varias ilustrativas frases del libro, aunque nada mejor que leerlo entero para poder juzgarlo con propiedad. “Nosotros, los alumnos, no esperamos nada, es más, nos está terminantemente prohibido albergar esperanzas en nuestro corazón, pese a lo cual vivimos muy alegres y tranquilos”. “De algo estoy seguro: el día de mañana seré un encantador cero a la izquierda”.”Los tontos están hechos para llegar lejos, para escalar, vivir bien y mandar, mientras que quienes, como yo, son en cierto sentido inteligentes, han de tolerar que sus propios talentos florezcan y se marchiten al servicio de otros. Yo, seré algo muy humilde o pequeño”. “Cuando los hombres empiezan a contabilizar éxitos y reconocimiento se ponen casi gordos de autosatisfacción saturadora, y la fuerza de la vanidad los va inflando hasta convertirlos en un globo irreconocible. ¡Libre Dios a un hombre honrado del reconocimiento de la masa! Si no lo vuelve malo, sólo servirá para confundirlo y quitarle fuerzas”. O ese afán por dejar la mente en blanco que se resume en ese definitivo “Dios está con los que no piensan”.

“El paseo” es un relato breve que Walser escribió en 1917. Es un texto en primera persona, y en constante diálogo con el lector, en el que, con una mezcla de solemnidad e ironía cargada de crítica social a las prisas, la hipocresía y el afán de aparentar de la modernidad, se cuenta un paseo de unas horas por una pequeña población suiza. El narrador, escritor pobre mantenido por los donativos anónimos de algunas admiradoras, se defiende así de quienes critican su permanente deambular ocioso: Pasear me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada”.

Robert Walser es un escritor distinto, ambiguo, con una personalidad que hoy veríamos como provocadora por inusual y un pensamiento lleno de claroscuros, sin el más mínimo afán de notoriedad ni interés alguno por obtener el reconocimiento de los demás. Aunque sea en parte traicionar sus deseos, en este año en que se cumple el sesenta aniversario de su muerte, nada mejor que leerlo para conocer de primera mano su singular obra literaria.

https://lecturassumergidas.com/2014/07/30/tras-los-pasos-de-walser-y-demas-caminantes_/

Carlos Bravo Suárez

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