domingo, 5 de octubre de 2014

LÍOS DE FAMILIA

   
       

“Es un decir”. Jenn Díaz. Editorial Lumen. 2014. 168 páginas.

    Con sólo 26 años, Jenn Díaz (Barcelona, 1988) ha publicado ya cuatro novelas y algunos relatos en algunas ediciones colectivas. Colaboradora en revistas como “Jot Down”, “Granite & Rainbow” o “Matrices” y autora del blog “Fragmentos de interior” –claro homenaje a su admirada Carmen Martín Gaite–, después de “Belfondo”, “El duelo y la fiesta” (Principal de los Libros, 2011 y 2012) y “Mujer sin hijo” (Jot Down Books, 2013), la joven escritora barcelonesa ha publicado este año “Es un decir”, en la editorial Lumen, del importante grupo Penguin Random House.

    “El día que cumplí once años mataron a mi padre”. Así comienza “Es un decir”, novela casi íntegramente narrada por la joven Mariela en primera persona. El relato sucede en un pueblo sin nombre de la España interior, poco después de la Guerra Civil; aunque no estamos en absoluto ante una obra que trate sobre aquella contienda ni sobre los efectos de la posguerra, salvo por los motivos políticos que causan la muerte al padre de la niña. En realidad se trata de una novela de iniciación, del paso de la infancia a la adolescencia –por aquellos años ya casi madurez– de la flaca Marianela, que entre secretos, silencios domésticos y rumores pueblerinos va descubriendo la historia de su familia, cuyos diversos componentes no tienen en la narración otro nombre que el de “madre”, “padre”, “abuela” o “tío”.

     Como las demás novelas de la autora, “Es un decir” se inscribe en lo que se ha venido en llamar “ruralismo”. Aunque aquí, más que el campo o el propio pueblo pequeño en que se ambienta, el tema principal del libro son las relaciones y los líos familiares, que no siempre serán fáciles de seguir por parte del lector. Y, dentro de esa familia, son las mujeres las verdaderas protagonistas de la novela. Sobre todo, las tres generaciones (hija, madre y abuela) presentes en la casa tras la muerte violenta del padre. La presencia de los hombres, siendo importante por momentos, resulta casi siempre externa y casi tangencial al discurrir doméstico del relato.

     La novela, escrita en una prosa directa y muy fluida y un lenguaje coloquial verosímil, se divide en tres partes. La primera y la tercera están narradas por Marianela, cuando es niña y ya unos años más tarde respectivamente. En la parte central, hay una menos extensa intervención de la abuela, también en primera persona y en forma de monólogo interior, que permite al lector conocer algunas cosas que Mariela ignora y por ello no puede contar.

   Algunas influencias literarias de la narrativa de Jenn Díaz son bastante evidentes y reconocidas por la propia autora, que dice inspirarse sobre todo en sus lecturas de Carmen Martín Gaite, Ana María Matute o Natalia  Ginzburg entre otras. Pero la escritora barcelonesa conoce también de primera mano la realidad de la España rural por pasar desde la infancia sus vacaciones en la localidad pacense de Puebla de la Calzada, de donde es originaria su abuela.

   La juventud, el talento y la dedicación de Jenn Díaz permiten augurarle una brillante carrera literaria, iniciada ya de una manera intensa y fulgurante.

Carlos Bravo Suárez
           

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