viernes, 28 de mayo de 2010

POESÍA DE LA TIERRA

Arar. Ángel Gracia. Prames. 2010. 63 páginas.

Ángel Gracia es uno de los jóvenes escritores aragoneses más interesantes de los últimos años. El autor zaragozano ha publicado la novela Pastoral, unos cuantos relatos recogidos en varios libros colectivos, dos recopilaciones de artículos y tres espléndidos poemarios. Ahora acaba de aparecer Arar, su tercer libro de poemas, que continúa y perfecciona la línea poética iniciada en Valhondo y Libro de ibones.


La poesía de Arar trata sobre la esencia de la vida y de la muerte, sobre la relación íntima y profunda que se establece entre el ser humano y la madre tierra, sobre las fuerzas telúricas y la naturaleza esencial y primigenia de la que formamos parte inseparable, de la que venimos y a la que irremisiblemente hemos de volver. En unos versos de una sobria belleza, desnuda de adornos innecesarios, penetramos en la tierra y nos fundimos en comunión con ella, en un hermoso panteísmo lírico y profundo. Desde su sugerente y acertado título, también metafórico porque arar y escribir se identifican, los poemas surgen de las semillas sembradas en los surcos de la tierra y, una vez levantados y crecidos, vuelven a su seno para, como el estiércol fertilizante, ayudar a fermentar la nueva vida en un ciclo inagotable y eternamente repetido.


Arar se divide en cuatro partes (Erial, Fiemo, Sementera y Laya) que corresponden a cuatro etapas sucesivas en el cultivo de la tierra y la escritura. El punto de partida de ese proceso productivo y creador es el campo yermo y la página en blanco. En Ningún lugar, al inicio del libro, se define así el objetivo de la escritura: “No se trata de escribir, / tampoco de borrar. / Se trata de abrir un espacio / entre la palabra y el silencio, / y de permanecer allí, a la escucha.”. Progresivamente, y constatando que hay tanta nada como vida, los poemas adquieren un creciente tono panteísta. Hay algunos espléndidos, como el titulado Scardenelli, uno de los más largos del libro, en el que el poeta se convierte en naturaleza (Camino por la tierra lenta / hacia las landas de la muerte. / Encuentro mi cabaña tallada por el rayo verde. / Me tumbo y espero el gozo del cielo”), de la misma manera que el escritor romántico Friedrich Hölderlin se transmutó en Scardenelli en su locura creativa. Hay en la poesía de Ángel Gracia influencias del mejor romanticismo europeo, desde el citado Hölderlin al visionario William Blake, dos de cuyas citas abren y cierran el libro.


Predominan en los versos los sustantivos referidos a la tierra: intemperie, relámpago, rayo, lluvia, viento, valle, nieve, sol, trueno, río, mar, piedra, surcos, agua, cielo, y muchos más. Arar es poesía profunda y hermosa, en la que hay que entrar con hondura, como entra el arado en la tierra sazonada.


Carlos Bravo Suárez

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