viernes, 22 de febrero de 2008

LA OBRA POÉTICA DE MANUEL DE SALINAS

En el siglo XVII Huesca era una ciudad de poco más de cinco mil habitantes. Sin embargo, sobre todo en la primera mitad de la centuria, se desarrolló en ella una productiva e intensa actividad cultural. Varios son los factores que contribuyeron a ello. Por un lado, el impulso dado a los estudios por la llamada Universidad Sertoriana, una de las más antiguas de España. Por otro, la presencia en la ciudad de varias órdenes clericales que, además de una intensa actividad religiosa, desarrollaron una notable labor cultural y pedagógica. Es el caso de los jesuitas, en cuyo colegio oscense enseñó varios años Baltasar Gracián, que publicó en la ciudad algunas de sus obras más importantes. A ello hay que añadir el mecenazgo ejercido por Vicencio Juan de Lastanosa, impulsor de un destacado círculo artístico y literario del que formaron parte los principales escritores de la ciudad. Y todo esto en el marco del Siglo de Oro español, momento culminante de las artes y las letras que, sin embargo, iniciaron también en la segunda mitad del siglo XVII una irremediable decadencia, que se sumaba al hundimiento general del país que se iba a prolongar por largo tiempo.

Un escritor de este periodo fue Manuel de Salinas (Huesca, 1615 - 1688). Nacido en una influyente familia de notarios oscenses - lo fueron su abuelo, su padre y su hermano mayor -, su condición de segundón lo destinó a la carrera eclesiástica. Fue canónigo de la catedral de Huesca, realizó estudios de gramática en la Universidad Sertoriana y se doctoró en leyes en su Facultad de Derecho. Entre 1637 y 1656 desarrolló una importante actividad literaria, destacando como traductor de Marcial y como poeta. Desde muy joven participó en el círculo cultural creado por su primo Vicencio Juan de Lastanosa. Allí entró en contacto con quienes serían sus mentores y maestros: primero Baltasar Gracián y Juan Francisco Andrés de Uztarroz y después el carmelita descalzo fray Jerónimo de San José. El joven Salinas sirvió de ejemplo a Gracián en "El Discreto" y un buen número de sus traducciones de Marcial se recogen en la "Agudeza y Arte de ingenio" del gran escritor belmontino. A partir de 1656, con las muertes de Francisco Andrés de Uztarroz y de Jerónimo de San José y la marcha de la ciudad de Baltasar Gracián, con quien llegó a romper después toda relación, la actividad literaria de Salinas parece haber cesado por completo. Murió en su Huesca natal en 1688 y, aunque quiso ser enterrado junto a los suyos en la iglesia de San Lorenzo, lo fue, siguiendo la tradición capitular, en la cripta de la catedral, en el lugar reservado a los canónigos.

La obra poética de Manuel de Salinas ha sido publicada recientemente en una magnífica edición por el profesor Pablo Cuevas Subías (1). El libro cuenta con un espléndido y completo estudio preliminar, compendio mejorado de su tesis doctoral sobre Salinas. Cuevas ya había realizado una brillante investigación sobre el canónigo en su tesina universitaria, publicada en 1995 con el título de "La formación de Manuel Salinas en el Barroco oscense. El entorno familiar y ciudadano del poeta (1616-1688)". Las numerosas notas y el aparato crítico que acompañan a los poemas de Salinas enriquecen sobremanera la lectura del libro y son consecuencia, sin duda, de un arduo y prolongado trabajo de erudición, absolutamente riguroso y ejemplar en sus resultados.

La poesía de Salinas se distribuye en ocho apartados siguiendo un criterio temático y, en lo posible, cronológico. Con el titulo de "Poesía varia" se agrupan diez poemas de tipo epidíctico o laudatorio. Nueve sonetos y una décima en los que se alaba a los santos locales Lorenzo y Orencio, a una fuente, a una jarra de la colección de Lastanosa y a escritores admirados como Gracián, Zurita, Juan de Moncayo o Francisco de la Torre y Sevil. Son poemas muy del gusto de la época, con ecos de los Argensola, algunos de ellos acrósticos y todos dentro de una marcada tradición neolatina y renacentista.

En los dos siguientes apartados del libro se agrupan las traducciones latinas del canónigo oscense. Cuevas ha reunido en su edición un total de ochenta y nueve: sesenta y seis de Marcial y veintitrés de varios autores neolatinos. Casi todas ellas - ochenta y dos - son utilizadas como ejemplos por Gracián en su "Agudeza y arte de ingenio", de donde han sido extraídas; sólo siete se documentan en otros lugares. La traducción alcanzó en el Renacimiento y el Barroco el rango de género literario. Es un elemento indispensable en la formación literaria y constituye a su vez un ejercicio de creación. Las certeras traducciones de Marcial dieron fama y prestigio al joven Salinas y son para Gracián lo más destacado de su poesía. Salinas no realiza una traducción literal del autor latino, sino que incorpora aportaciones personales y logra un resultado que supone en la práctica una recreación del modelo original. El poeta encuentra en los epigramas de Marcial un material que sintoniza con sus intenciones alegóricas y morales. En sus traducciones del bilbilitano destaca sobre todo el uso de la redondilla. Algunas tan sustanciosas como éstas: "¿A llamar cosa cansada / mis epigramas te atreves? / Tú sí las haces más breves, / veloz, que no escribes nada "; "Philón jura que en su casa/ ninguna noche ha cenado: / no es perjuro, pues no cena / sino en otras convidado". O esta que suena atrevida y moderna: "Me dices, Pánico, amigo, / ¿por qué Gelia tiene eunucos? / Te respondo que no quiere / concebir hijos, sí gustos". Sin embargo, en sus traducciones de autores neolatinos medievales es el soneto la estrofa preferida.

En dos apartados del libro aparecen los poemas compuestos por Salinas para sendos certámenes literarios celebrados por motivos bien distintos. El primero, en 1646, como muestra del sentimiento de los poetas aragoneses tras la muerte en Zaragoza, cuando aún no había cumplido los diecisiete años, del joven príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV y heredero directo al trono. El segundo, en 1650, como motivo de alegría por la llegada a España de Mariana de Austria para casarse con Felipe IV, que había quedado viudo y buscaba imperiosamente otro heredero. El primer certamen, con el título de "Contienda poética u Obelisco histórico" es promovido por Andrés de Uztarroz y a él presenta Salinas cuatro poemas, cuyo tema principal es la consolación religiosa y estoica ante la adversidad. El segundo concurso, celebrado en la catedral de Huesca, es organizado y financiado por Luis Abarca de Bolea y Castro con el título de "Palestra numerosa austriaca" (2). Salinas participa con otros cuatro poemas, en los que demuestra tener también buen oído para el lenguaje coloquial. No hay constancia de que participara en más contiendas literarias; las dos citadas son una excepción por los acontecimientos que las motivan y por el deseo del grupo de infanzones oscenses ilustrados, al que el canónigo y su familia pertenecen, de mostrar vinculación y afecto a la Corona.

Entre los dos concursos reseñados, Salinas escribe en 1649 un "Monumento elegíaco a la fama póstuma de Jerónimo de Zurita". La composición, escrita en tercetos encadenados, debía formar parte de la obra de Andrés de Uztarroz "Progresos de la historia en Aragón y elogio de sus cronistas". Es un largo poema de más de trescientos versos y abundantes referencias mitológicas, en el que Salinas muestra su admiración por el gran historiador zaragozano del siglo XVI. La elegía sigue el modelo clásico y se estructura en tres partes: lamento, elogio y consolación.

"La casta Susana" es la más larga de las composiciones poéticas de Salinas. Consta de más de mil versos encadenados en tercetos y constituye la obra de madurez del canónigo. Se trata de una paráfrasis de la historia de Susana contada en el "Libro de Daniel" del Antiguo Testamento. Salinas la compuso para la joven reina Mariana, quien a su llegada a Madrid había solicitado lecturas de episodios bíblicos escritos en verso fácil. El motivo de Susana en el jardín, observada por unos viejos lascivos que la calumnian tras verse rechazados por ella, era bastante conocido y aparecía en muchas pinturas de la época. El propio Lastanosa tenía al parecer una copia de un cuadro de Rubens en su colección. El objetivo del poema es la defensa de la castidad y el triunfo final de la virtud sobre la mentira. También podía verse en él un cierto reflejo de la situación de la reina: una joven de quince años codiciada por su voluptuoso marido que tenía entonces cuarenta y uno y que además era su tío. Por otro lado, la composición del poema en 1650 coincidió con un hecho que influyó en las relaciones de Lastanosa con algunos de los integrantes de su circulo cultural. Fue la huida de su hija Catalina a un convento para hacerse monja sin el consentimiento de su padre, que deseaba para ella un matrimonio ventajoso. Lastanosa culpó de esa huida a la influencia ejercida sobre su hija por Jerónimo de San José, quien como ya se ha dicho pertenecía a los carmelitas descalzos. Salinas, cada vez más cercano a la religiosidad mística del carmelita, había defendido la decisión de Catalina de profesar en dicha orden.

La cada vez mayor influencia religiosa y literaria de Jerónimo de San José sobre Salinas supuso a la vez su progresivo alejamiento de Gracián. La ruptura definitiva entre ambos se produjo cuando Salinas envió una copia de "La casta Susana" al jesuita belmontino y éste contestó con una crítica que el oscense consideró demasiado severa. Sobre este asunto puede leerse la ponencia de Pablo Cuevas "La relación del poeta Manuel de Salinas con Baltasar Gracián", publicada en las "Actas del I Congreso Internacional Baltasar Gracián: Pensamiento y erudición", celebrado en Huesca en 2001.

La última composición poética conocida de Salinas es precisamente una "Carta a fray Jerónimo de San José" que aparece en el prólogo de sendas obras de Miguel Batista de Lanuza sobre dos monjas carmelitas descalzas de Zaragoza. En la epístola, escrita también en tercetos encadenados, se pone de manifiesto la creciente identificación de Salinas con esa orden religiosa, en la que encuentra destacados ejemplos de virtud y de espiritualidad fervorosa.

La publicación de la obra poética de Manuel de Salinas nos permite conocer a un autor exponente nada desdeñable de la intensa actividad cultural que vivió Huesca en la primera mitad del siglo XVII, y que este año recordamos especialmente por celebrarse el cuarto centenario de Vicencio Juan de Lastanosa.

NOTAS
(1) - "Obra poética". Manuel de Salinas. Edición de Pablo Cuevas Subías. Prensas Universitarias de Zaragoza. Colección Larumbe. Clásicos aragoneses. Zaragoza, 2006.
(2) - Sobre esta contienda puede leerse "Un mundo para un certamen: aproximación a la Palestra Numerosa Austriaca de Huesca (1650)" de José Miguel Oltra Tomás, en "La cultura del Barroco", Actas del I y II curso en torno a Lastanosa, I.E.A.,2000.



Carlos Bravo Suárez

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